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marzo 06, 2010

Relato externo I.

El pasado 25 de Junio fue cumpleaños de Rogelio, mi novio. Pensaba: ¿Qué le regalaré? ¿Qué le haré para hacerle sentir el más feliz cumpleaños? Ya sé, le haré un pastel, su preferido. Además, gastaré gran parte de mis ahorros en ese pants que tanto desea.


Al llegar la fecha, ya tenía todo listo. El pastel tal como le gusta y su pants deseado. Había tenido que distraerlo para que no me ganara comprándoselo. Le mentí. Casi nunca le miento, y si le miento es piadosamente, como en esta ocasión. Le mentí para distraerlo. Según iría a clases, y lo vería hasta tarde. Nos veríamos en el parque que está por su casa a las cuatro en punto. Yo deseoso de una buena sorpresa, me alisto. Me pongo la ropa que le gusta como me veo en ella. Me peino, me afeito. Estoy nervioso, pero confío en que le gustará. Salgo de mi casa como si fuera a la escuela, pero en lugar de bajarme en la estación CU del metro, me bajo en Juarez. Camino a su casa.

Toco la puerta, me abre su (odioso) hermano. Él me odia. Piensa que por mí, su hermano es gay. ¡Qué ignorancia! Me dice, está con Fernanda en su cuarto, vino a felicitarlo. Fernanda es una amiga que conoció hace no mucho, y parece que va creciendo muy bien su amistad. Sigo adelante. Subo las escaleras, abro su puerta...

Hubiera jamás abierto esa puerta. Sentí como mi corazón era aplastado por un millar de rocas. Escuché: Espera Damián, espera. Yo no quería más. Quería jamás regresar ahí. Jamás volverle a ver. Salí a la calle, con dificultad, pues aún traía el pastel y el regalo. Él aún desnudo, sólo con una sábana, no salió de su casa, pero no dejó de gritarme que lo esperara.

Caminé rápido y me difuminé del camino, de su vida. Jamás volví a hablar con él. Pero Rogelio me siguió buscando una temporada más. Para mi gracia. Dos meses después entré a la universidad. Fernanda estaba en mis grupos. Fue una extensión chica, del mal recuerdo. Pero debí confrontar mi realidad. Y salir adelante. Y salí.

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