Bienvenid@.

Bienvenid@.

septiembre 27, 2009

Lenguaje y matemática.


La mente es limitada. ¿Cómo sabremos que hay fuera de nuestros límites si supera nuestra mente? La matemática es la proyección de la mente, por lo cual también es limitada. La mente plasma su realidad en el mundo continuo.

El mundo encuentra su perfecta explicación y modelo en la ciencia matemática por lo antes dicho. El lenguaje sólo puede ayudar a entender las matemáticas, nombrando sus componentes y facilitando su maniobra, razón por la cual no podemos aspirar a comprender el lenguaje con la matemática.

El humano al empezar ha hacer uso de su razón, inició la ciencia matemática. Cuando madura su cerebro y cuestiona lo de su alrededor. Cuando mide lo que quiere, calcula lo que necesita, sabe que necesitará algo más.

El lenguaje aparece: lo necesita. Lo necesita para poder explicar lo que razona. No podemos imaginar nuestras matemáticas sin el lenguaje. Ésta última ha encontrado la necesidad de formar un lenguaje complementario al lenguaje humano, entendiendo por lenguaje humano el que utiliza para comunicarse en el día a día con sus congéneres.

Necesita universalizarse para fácil lectura y comprensión, pero no se puede notar fácilmente que es simplemente un complemento, pues se necesita del lenguaje humano para nombrar los elementos del lenguaje llamado aquí complementario.

Se puede determinar y asumir que el lenguaje se auto-contiene. Se expande, pero se sigue dentro. No se puede salir. Es una clase cerrada. La matemática es su igual –en este sentido-. Se puede desarrollar más ciencia matemática, pero tarde o temprano se encontrarán nexos entre las ramas mencionadas.

Ambos son limitados, pero infinitos. Se puede seguir creando dentro de ellos, pero no se acabará. Se puede hacer una analogía: tómese la clase de todos los números que hay entre cero y uno, a saber 0, 1, 0.1, 0.2, 0.3, …, 0.9, 0.01, 0.02, …, 0.09, …, 0.0000001, ….. así sucesivamente, o bien se puede notar que allí se encuentran todos los inversos multiplicativos de todos los números mayores que uno. Ejemplo: el 3.5 es un número mayor que uno, y dos séptimos que se aproxima a 0.285714285, el cual claramente está entre cero y uno.

A medida que crezca la matemática crecerá el lenguaje. Y más aún, hay una función necesariamente inyectiva de la clase de objetos del lenguaje al de la matemática, es decir, la clase del lenguaje se inserta propiamente en la clase de la matemática. Pero aún así es igual de importante para todos nosotros que podemos disfrutar de estos dos maravillosos mundos unidos pero separados, sin ser necesariamente antónimos. Otra maravilla que nos da las matemáticas: tener antónimos en el lenguaje pero que no sean antónimos en las matemáticas. Lo cual prueba que la función inserción no es homomorfismo –me atrevería a decir-, lo que es que respeta inversos, manda inversos de una clase en inversos de la otra.

En conclusión, se complementan y avanzan juntos para el progreso de la humanidad y grandeza de la misma.

Seguidores